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25 [17f] ¡Ahora pues, Señor, Dios y Rey, Dios de Abraham, no castigues a tu pueblo! Nuestros enemigos quieren destruirnos, quieren exterminar al pueblo que desde el principio ha sido tuyo. 26 [17g] ¡No te desentiendas de tu propiedad, a la que libraste del país de Egipto para que fuera tuya! 27 [17h] Escucha mi súplica, Señor; mira con bondad a Israel, que es tu propiedad, y convierte nuestro luto en alegría, para que viviendo podamos cantar a tu nombre. ¡No hagas callar los labios que te alaban!»

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